-Algo en tu cara. Me decidí a arriesgarme. Conozco enseguida a la gente de la acera de enfrente. En cuanto te vi supe que estabas contra ellos.
-¿Has hecho esto antes?
-Claro. Cientos de veces. Bueno, muchas veces.
-Oye, cuantos más hombres hayas tenido más te quiero yo. ¿Lo comprendes?
-Sí, perfectamente.
-Odio la pureza, odio la bondad. No quiero que exista ninguna virtud en ninguna parte. Quiero que todo el mundo esté corrompido hasta los huesos.
Con un solo movimiento se despojó de sus ropas y las arrojó despectivamente a un lado. Su cuerpo era blanco y suave, pero no despertaba deseo en él. Lo que le llenaba de entuisiasmo en aquel momento era el gesto con que la joven se había librado de sus ropas. Con la gracia y el descuido de aquel gesto, parecía estar aniquilando toda su cultura, todo un sistema de pensamiento. Winston se despertó con la palabra "Shakespeare" en los labios.
1984