domingo, 10 de enero de 2010

me voy a morir de tanto amor

31 de Diciembre 2009

Este invierno hace especialmente frío en Barcelona. En la noche de fin de año Aleix, poco abrigado con una chaqueta francesa de los 60 que encontró en una tienda de segunda mano –en realidad la compró porque le convenció la fascinación con la que el hombre que las vendía le hablaba de ella -, una bufanda de lana –eso sí- y su gorra favorita de pescador que se trajo de París, se dirige en bicicleta hacia aún no sabemos dónde. Se detiene un momento para comprar, rápidamente -parece que tiene prisa-, una botella de vino en un badulaque. Deja la bicicleta en la calle sin atar para ahorrar tiempo y porque está convencido de que nadie se la va a robar. Hoy, además, cumple 20 años, pero no es por eso que se le ve feliz, es que está escuchando en su ipod la banda sonora de Lucía y el sexo que compuso Alberto Iglesias, y le encanta, porque le hace creer que, como en la película, su vida está llena de agujeros que le permiten volver atrás para cambiar el rumbo de las cosas.

El caso es que no sabemos si por las prisas, la emoción o el despiste, el 31 de Diciembre vuelve a marcar la vida de Aleix cuando un taxi, saltándose la señal de stop, le impulsa violentamente a tres metros de su bicicleta donde permanece tumbado sobre la calzada.



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