Para hacer cine rompamos nuestros relojes. Lograremos así ser fieles a nuestra realidad en la que un instante puede contener todo el tiempo del mundo.
Para hacer cine olvidémonos de lo que hemos visto, y rodemos lo que realmente nos apetece. Sólo de ese modo hallaremos en nosotros el impulso necesario para hacerlo y al no haber otro cine necesitaremos el nuestro. Encontraremos en él justamente todo lo que no quisimos olvidar.
Para hacer cine seamos sinceros con nosotros mismos y alcancemos con rapidez el fondo de las cosas: es una cuestión de emergencia.
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