domingo, 10 de abril de 2016

Nos parecía importante

La primera vez que vi a Júlia fue en un coche, hace diez años. Íbamos a la discoteca en donde me enseñó a bailar como si lanzara margaritas. Yo le pregunté si querría salir en mis películas, y ella me dijo que sí.

En nuestra segunda adolescencia, la de los veinte años, cultivé con Zaida y con Bea lo que sería nuestro cine de guerrilla: "el uso de actores no profesionales, asumir una lírica de la realidad y de la filmación, la proximidad a los entornos familiares, el gusto por la experimentación, un escepticismo con respecto a los géneros establecidos, incluyendo sobre todo el género documental, si es que existe tal cosa... Y sobre todo una pasión por el cine que significa que cada principio de puesta en escena puede ser puesto en duda, y contradicho en cada nueva producción. El rechazo por la complejidad y la lentitud engorrosa de una producción es absoluto. Los directores son sus propios productores o mantienen con el productor una relación de confianza, lealtad, y complicidad. Los micro-presupuestos pueden ser el camino para el conjunto de condiciones de trabajo donde el tiempo, la amistad, la libertad, la reflexión y la improvisación son los valores y los lujos que son más valiosos que el dinero." (Oliveir Pere)

Ayer vi por primera vez Nos parecía importante en pantalla grande. Estaba solo en el cine y durante la proyección pensé en la muerte de Fassbinder. Había pasado treinta años, y yo había intentado hacer una película para mostrarle mi amor. Para recordar a todo el mundo que "no se puede vivir sin Fassbinder".

Hace cinco años alguien me escribió una carta pidiéndome que rodase una película, y que lo hiciese de verdad.

sábado, 5 de marzo de 2016

Amor

Unos náufragos del Costa Concordia aseguraron haberse salvado gracias a ver Titanic. Yo también a veces pienso que el cine me salvó.

Unos pocos días antes de morir, mi madre ya no podía hablar. Pero yo les decía a todos que hablasen con ella. A veces abría los ojos y miraba, pero como tampoco podía ver los volvía a cerrar. Entonces yo sabía que aún nos estaba escuchando. Salimos al parque del hospital, yo la llevaba en silla de ruedas. No recuerdo como es que iba abrazada fuerte a su bolso. Una enfermera y yo nos reímos porque nos pareció gracioso. Dentro había un paquete de Malboro. Le encendí un cigarrillo. Fumó dos veces y después me lo dió. Lo apagué pensando que aquel era su último cigarrillo. Cuando volvimos a su habitación los médicos nos dijeron que la iban a trasladar al centenario. Eso significaba que la dejarían de alimentar. Mientras la trasladaban, una enfermera comentó lo del centenario en su presencia, y yo me enfadé mucho porque no quería que mi madre supiera que se iba a morir. La enfermera pensaba que ya no podía escuchar, pero yo aún me entendía con ella.

Ese mismo año, unos meses antes, habíamos visto Amour de Haneke, y yo ya sabía que el amor era un trabajo.
En el centenario pregunté cuántos días solían tardar los enfermos de ese edificio en morirse. A la chica que cuidaba de ellos le gustaba pensar que hasta que no reciben una última visita o noticia esperada no suelen descansar. Unos días antes de que le diagnosticaran el cáncer, volví a casa de noche y mi madre se había emborrachado. Dijo que pensaba que yo tenía algo especial y que sabía que iba a llegar lejos. Dijo que si había algo que deseaba de verdad era no morirse sin verme triunfar en mis sueños. Así que la última vez que hablé con mi madre, a solas en el centenario, le informé de que habían seleccionado el videoclip de Sangre en los zapatos en el festival de Cannes y que estaban llamándome los periodistas para hacerme entrevistas. Quería que sintiera algo bonito de orgullo por su hijo. Después me fui a casa. Y a la mañana siguiente, justo en el momento en que entré en su habitación, murió.

Al cabo de unos meses lloré viendo ET, cuando al final Eliot le pidió a ET que no se fuera, y ET le señaló su cabeza y le dijo: estaré siempre aquí.

Acción

En 2008 compartí piso en París, durante un mes, con dos amigas. Ellas iban a clase por la mañana, y el resto del día lo dedicábamos únicamente a estar en París. Un día, después de ver "El amor es más frío que la muerte", la primera película de Fassbinder, me pregunté cómo sería nuestra primera película.
Pensé en Sofía, una chica que quería ser actriz, a la que se le daba muy bien mentir. En la película también estaban Marcos, un chico que quería hacer una película, y Luís, que odiaba el cine, pese a que él era el cine. Aparecía también una pistola con la que unos gangsters disparaban a Luís, pero aquello formaba parte de la película que Marcos y Sofía deseaban hacer o, de un modo más secreto todavía, deseaban vivir.
Tres guiones y seis años después Luís acabo convirtiéndose en una persona de carne y hueso llamada Axel.
Hace cuatro días estaba con Julia en lo alto de unas escaleras. Ella interpretaba a Sofía en nuestra primera película y yo a Marcos, y cuando nos dijesen acción bajaríamos las escaleras sabiendo que abajo nos esperaba la muerte de Axel, nuestro Luís. Julia me preguntó cuándo haríamos nuestra siguiente película y entonces caí en la cuenta de que harían falta 10 años más para poder hacer otra película como esta.






martes, 8 de septiembre de 2015

El tiempo es amor II

“Y Sirk ha hecho películas con sangre, con lagrimas, con violencia y odio –películas con muerte y con amor. Douglas Sirk también ha dicho: tú no puedes hacer películas sobre cosas, sólo puedes hacer películas con cosas, con gente, con luz, con flores, con espejos, con sangre, en suma, con todas las cosas fantásticas que hacen la vida digna de ser vivida”.
Rainer Werner Fassbinder.


Dejó caer el cigarrillo en el charco de cerveza que había en la mesa, se encogió de hombros, aplastó la colilla y dijo: "En la vida... es probable que haya más desesperación que otra cosa pero, y eso es lo que yo pienso, la vida es eterna y el fin es infinito. Y eso significa que no es tan triste como parece". Se levantó de repente, dijo "Danke" y se alejó rápidamente. La gente llamaba desde el bar, la noche había empezado. Rainer no apareció en la fiesta. Yo sabía que no iría. Nos habíamos despedido.
Dick Bogarde.

jueves, 27 de agosto de 2015

El tiempo es amor

Esperar el plano siguiente es también sentirse vivir, sentir que uno existe.
(Chantal Akerman)

Nadie salvo un director de cine se creería autorizado a estacionar en doble fila frente a una comisaría, comentó casi con tristeza.
(Pauline Kael)

Mark Cousins atribuyó a Chris Marker en una supuesta carta que éste le escribió: "Aceptar que todas las imágenes son la luz de una estrella que posiblemente ya no existe"

¿Porqué Berlanga no está en un pódium un milímetro por debajo de Buñuel? Porque sus películas son intraducibles" (Almodovar)

la idea de tiempo Mesiánico de Giorgio Agamben (el tiempo que resta): el tiempo que el tiempo emplea en cumplirse.

Como un gran chiste hitchcockiano, el bolígrafo de Francois deja de escribir en ese momento

Cuatro aventuras de Reinnette y Mirabelle es, sencillamente, el anticine. Como suena.

"La memoria contiene detalles precisos, no el panorama completo; no resalta, si se quiere, todo el espectáculo. La convicción de que en cierto modo recordamos todo de forma exhaustiva, la propia convicción que permite a la especie seguir con su vida, carece de fundamento. Más que nada, la memoria se parece a una biblioteca sin orden alfabético y sin obras completas de nadie. (...) No debemos esperar tanto de la memoria; no debemos esperar que una película filmada en la oscuridad revele nuevas imágenes. Claro que no. Aún así, podemos reprochar a una película filmada a la luz del día de nuestra vida que le falten fotogramas". (Joseph Brodsky)


no dijo ni una palabra, sólo se sirvió sake durante casi dos horas y al final sólo me dijo unas palabras: “un director de cine es como una prostituta que simplemente está tratando de atraer clientes”. Diez meses después de este primer encuentro, Ozu murió de cáncer, y unos días antes de morir me llamó y me pidió que fuera a visitarlo al hospital. Esa fue mi segunda conversación con Ozu, y las únicas palabras que dijo fueron: “el cine no es un accidente, es drama”. Kiju Yoshida

“Más tarde o más temprano, cualquiera que ame el cine llega a Ozu”: Roger Ebert


La bebida comenzó a pasarle factura. Su guionista habitual, Kogo Noda, decía que solía medir la progresión de sus guiones por las botellas de sake que se habían bebido. Ozu, un soltero empedernido, no resistió el gran golpe que se llevó con el fallecimiento su madre, con la que había vivido desde siempre, en 1961 –de hecho, están enterrados juntos–; un año después rodó su película más amarga, Una Tarde de Otoño, claramente influido por su muerte. “Al final, todos pasamos nuestras vidas en soledad”, remachó a través de uno de sus personajes.


En 1981, Jean Eustache se suicidó disparándose una bala en el corazón, en la puerta de su cuarto dejó escrito:
“Frappez fort. Comme pour réveiller un mort.”
(Llamen fuerte. Como para despertar a un muerto


El cine no es estar aquí para estar allá, sino notar que te desplazas y te transformas al ir hacia allí.
(Gonzalo de Lucas)

JLG: "Un socialismo consistiría en que las personas llegasen a entenderse a partir de lo que han visto. Debe haber momentos de socialismo en el amor, cuando dos cuerpos entre sí no necesitan las palabras". El montaje es la posibilidad del Film Socialisme: reparar la injusticia de la separación de imágenes o separar las que estaban unidas injustamente, despreciar la jerarquía entre alta y baja cultura, no distinguir entre alta o baja definición.
(Gonzalo de Lucas)


Como no hago ensayos de alguna manera vivo de esto, de la pequeña tensión, de la pequeña vibración que se crea en el momento presente cuando se rueda.
(Albert Serra)

Yo sé perfectamente lo que hago. La improvisación es para la gente que no sabe lo que hace. No sé lo que quieres decir con improvisación. Al contrario, todo está al servicio de un concepto muy claro, muy concreto, muy definido. No hay ningún tipo de improvisación.
(Albert Serra)

martes, 21 de enero de 2014

El sótano


Rocky Balboa en la televisión. El sexto y último episodio. La poca gracia o brillantez con la que arranca el filme en el cuadrilátero me hace añorar al Scorsese-De Niro. Las siguientes secuencias se suceden encadenadas. Rocky se levanta de la cama y le da de comer a sus tortugas, Rocky haciendo unas dominadas en su jardín, Rocky en el cementerio visitando a su mujer. En la universidad nos aconsejaron "cuando haga pena encadena". Y así siguen sucediéndose las secuencias del filme, y empiezo a pensar en de qué va realmente todo esto y en lo acertado de esos encadenados que nos acercan a Rocky.

Estoy viendo una película que trata sobre el paso del tiempo, como todas las películas, pero en eso centra esta película todo su argumento, de un modo explícito, como sucede en El Padrino III, o en todo el cine de Ozu. Son películas que intentan responder a la pregunta de qué trata la vida. El hijo de Rocky nunca quiere compartir el tiempo con su padre. Rocky le espera en su restaurante mientras cuenta anécdotas de viejos combates, le dice al chef que prepare algo especial, pero su hijo llama para excusarse. Sin ahondar en el sentimentalismo, tras ese momento de pena, se encadena. Rocky visita unas ruinas que son lo que queda de la pista de hielo en la que compartía buenos momentos con su mujer, Rocky bebiendo solo en un bar. Y una noche sucede a otra noche, sin que haya sol de por medio. Rocky vuelve a su restaurante, que acoge a uno de los hombres que noqueó en el ring y al que ofrece una pensión alimenticia. Esto me hace pensar en Nubes pasajeras, y creo en Rocky como personaje de Kaurismäki.

Rocky decide volver a pelear aunque todos le aconsejen lo contrario. Su hijo le recuerda que a todos se les echará el tiempo encima. Pero Rocky no deja de repetirlo, cree que aún queda algo en el sótano. Estoy espectante. Porque se que llegará el sol de las 12 del mediodía. Y que volverán a sonar las trompetas.

sábado, 18 de enero de 2014