miércoles, 24 de octubre de 2007

una revelación



La otra noche, en el concierto de Nacho Vegas y Christina Rosenvinge, me di cuenta de algo muy emocionante para mí. Fue mientras Christina cantaba, que Nacho se retiró un momento a buscar su cubata. Tornó cigarrillo en mano, fumando de un modo muy manierista podríamos decir, con su sombrero de cine negro, y una expresión en su rostro de vuelta de todo, bailando casi sin moverse, y entonces lo comprendí: por las venas de Nacho Vegas corría la sangre de Fassbinder. Fassbinder estaba vivo -sentí-. Revisé las letras que sin duda podría haber escrito Franz.

De hecho, estoy convencido de que algún día Nacho cantará "El amor es más frío que la muerte" y alguién le debatirá "No es más frío. Es más simple que el amor" y él espetará "No. Es más frío."

lunes, 22 de octubre de 2007

supongo que acabará así

"I changed my mind.

Good luck"




domingo, 21 de octubre de 2007

querido sócrates

"éste es precisamente el camino correcto para dirigirse a las cuestiones relativas al amor o ser conducido por otro: con la mirada puesta en aquella belleza, empezar por las cosas bellas de este mundo y, sirviéndose de ellas a modo de escalones, ir ascendiendo continuamente, de un solo cuerpo a dos y de dos a todos los cuerpos bellos, y de los cuerpos bellos a las bellas normas de conducta, y de las normas de conducta a los bellos conocimientos, y a partir de los conocimientos acabar en aquél que es conocimiento no de otra cosa sino de aquella belleza absoluta, para que conozca por fin lo que es la belleza en sí. En ese instante de la vida, querido Sócrates -dijo la extranjera de Mantinea-, más que en ningún otro, vale la pena el vivir del hombre: cuando contempla la belleza en sí."
el banquete (210,211), platón

sábado, 20 de octubre de 2007

el mundo en calma



Anoche oí a dos tipos planear una guerra nuclear
mientras me hacía un té.

miércoles, 17 de octubre de 2007

¿A quién le interesa una licuadora cuando existe la posibilidad de ser feliz?

Algunas imágenes nos hacen ser infelices. La publicidad está repleta de ellas. Imágenes de lo que no somos, de lugares en los que no vivimos, de hombres con los que no nos acostamos. Colocadas premeditadamente para crearnos necesidades. Y la felicidad es la ausencia de deseo. Al capitalismo no le interesa que seamos felices, porque el volumen de ventas disminuiría considerablemente. ¿A quién le interesa una licuadora cuando existe la posibilidad de ser feliz?

Naomi Klein, en su libro “No logo”, afirma que nos hemos equivocado al preocuparnos por las imágenes, cuando realmente nos deberíamos de preocupar por los que las proyectan, por el sistema que las hace posibles.

Eso tiene que ver, por ejemplo, con el problema del cine español. El cine español es mediocre, sus imágenes son mediocres. Y queremos cambiar las imágenes, cuando el problema es de su estructura. La solución no es esperar a que surja una nueva generación inspirada que transforme esas imágenes. Probablemente las esperadas nuevas generaciones hayan naufragado ya y estén naufragando otras actualmente por culpa de un sistema que convierte en utópica tales esperanzas. ¿Qué imágenes hemos de esperar de un sistema que otorga las subvenciones de manera estúpida, con ayudas automáticas a las empresas productoras en función de los rendimientos en taquilla de sus películas? ¿Desde cuando el arte y la calidad han ido reñidos al éxito comercial? Con un sistema educativo como el español, que vive de espaldas a la consideración del cine como vehículo cultural ¿quién va a considerar el cine como arte?

lunes, 15 de octubre de 2007

domingo, 14 de octubre de 2007

octubre, mes sin dioses




Con mi edad Philippe Garrel rodaba películas sin nada, y su principal objetivo era encontrar película virgen. Mi madre me recordó el día que celebramos mi cumpleaños que octubre era mi mes, y que me influenciaba mucho el otoño porque había nacido en esta estación. Me sorprendió que me conociera tan bien.

"y más allá no alcanza la vista, desde este
mes de distancias, mes de lejanías

(...)

Escribamos las cosas con letras minúsculas.
Celebremos octubre por su ausencia de dioses.
Disfrutemos su nombre porque sólo es un número
de una serie truncada. Y olvidada. Es octubre.
Tenemos treinta días sólo para nosotros."

[J.A. González-Iglesias]

jueves, 11 de octubre de 2007

lunes, 8 de octubre de 2007

la postmodernidad era esto

El problema es el de siempre, el que venimos sufriendo durante toda nuestra historia sabida: unos pocos tienen el poder y el resto vivimos sometidos a ellos. En este caso los apoderados son los partidos políticos y los “grupos económicos” que han sabido entender en los medios de comunicación de masas un arma de doble filo que puede posicionarse en su contra. Si dejamos que el pueblo entero se culturice se acabaron nuestros días, por lo tanto, nosotros que tenemos el poder, engañémosle, démosle gato por liebre, hagámosle confundir cultura con entretenimiento –cultura de bajo nivel intelectual que entretiene la mente del receptor para evitarle esfuerzos que le ayuden a desarrollar su pensamiento- El resto ya se sabe: televisión basura, películas comerciales, best sellers, partidos de fútbol, canción del verano. Cultura de masas, a fin de cuentas, aunque no creo que sea un término nada apropiado, porque es un término generalista que nos engloba a todos y no todos la consumimos. Prefiero denominarla “cultura artificial”, porque si observamos, las personas que consumen este tipo de cultura (que no se puede negar que son la mayoría) poseen una cierta “felicidad artificial”: son felices en su ignorancia, incapaces de comprender como se estructura el mundo a su alrededor; no sabrán jamás que son las víctimas de un sistema que cínicamente proclama sus libertades. A veces pienso “vosotros que podéis, sed felices”.

Pero el sistema tiene grietas. A través de las autopistas creadas por la industria circulan productos de alto valor cultural, al alcance de todos (aunque se mantengan eclipsados por la gran sobreproducción de cultura mediocre que casi monopoliza el mercado). Algunas personas tienen la suerte -al fin y al cabo- de topar con ellos. La verdadera cultura –en realidad no creo en cultura de alto o bajo nivel para altas o bajas clases sociales- es la que te ayuda a comprender el mundo. Y “comprender” es la palabra clave aquí. Tras la paulatina comprensión, algunas personas vamos despertando, nos desanestesiamos, como si despertáramos de un profundo sueño (la mayoría permanecerán anestesiadas siempre). Y entonces sucede lo siguiente. Nos damos cuenta de que estamos ante una dictadura invisible (la de los partidos políticos y los grupos económicos), pero todo es tan extraño: nadie se da cuenta, intentamos hacérselo saber a las personas de nuestro alrededor, para poder ser mayoría, para poder combatir y revolucionarnos. Pero nadie comprende. Estamos solos, aislados. Una revolución ya no es posible. El sistema de la cultura de masas previene incluso ridiculizar a los que piensan hoy en día en una revolución. “El sistema en el que nos movemos representa un ejemplo de Orden tan perfecto y acabado que todo acto aislado de modificación de fenómenos aislados queda en puro testimonio”.


Pero el sistema vuelve a tener grietas. Esta vez la salvación se llama Internet. El acceso relativamente “gratuito” e inmediato a gran parte de la cultura. El verdadero medio de comunicación de masas dominado por el pueblo. Los partidos políticos y las grandes empresas permanecen desconcertados. La posibilidad de una isla.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Al norte de mi

Nose Paco, sólo se me ocurre que hay hombres muchos años más tristes que nosotros.


martes, 2 de octubre de 2007

seré muy breve




Todo este tiempo he estado huyendo en dirección contraria a esta verdad, y mi vida se ha convertido en una mentira. siempre intentando no pensar, no estar triste. Y lo raro de todo este tiempo ha sido esta huida hacia otras personas, cuando me tocaba estar triste y afrontar que aún pienso en tus días, de los que nada sé.

lunes, 1 de octubre de 2007

romanticismo clandestino



Creo que podemos volver a ser románticos siendo sinceros con la realidad, como nuestros compatriotas asiáticos. Románticos como en los años sesenta, sólo que menos optimistas.