lunes, 28 de abril de 2008

Un joven, a sus 20 años

El otro día vi a Teo abandonar mi mismo tren y caminar por mis mismas calles. Ese chico de mi universidad, de unos cursos inferiores. Tan moreno tan serio tan bello escondido debajo de su boina estilo Oliver Twist, con sus zapatillas de deporte y sus suelas de goma deslizándose por las escaleras como un gato doméstico, respirando un aire más ligero que el propio aire. Le perdí la pista en un barrio vecino más pobre y periférico que el mío, y eso me fascinó. "Si había algo que en exceso deseara, una corbata, por ejemplo, un poco cara, una corbata que el domingo llevaría, su bello cuerpo por un tárido o dos vendía." Esta tarde le volví a ver desde el autobús. Entonces decidí que se llamaba Teo, que no podía ser de otra manera. Tan solitario. Una vez en el bar de la universidad le filmé en secreto tan sólo unos segundos y entonces su sonrisa justa. Esa belleza no era obra del gobierno ni pertenecía a lo real. "¿Quién le maneja entonces?" El diablo, probablemente. Con un frenazo en seco, el autobús se detuvo para dejar bajar al conductor.

No hay comentarios: