Cuando compro una entrada de cine, exijo al director de la película que no haya pensado nunca en sí mismo antes que en los demás. Que haya estado siempre dispuesto a dejarlo todo por amor. Y que haga películas porque no le quede otro remedio. Lo hago porque, cuando compro una entrada de cine, tengo todas mis esperanzas puestas en esa película -escojo butaca y espero incómodo hasta que oscurece.- Espero entonces que la película me de la razón. En todo. Como a los locos. Le exijo volverme a enamorar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario