domingo, 31 de enero de 2010

las reglas del juego

Teo sabía que no bastaba con decir que había aprendido muchas cosas sobre el cine desde que rodó hace un par de años su último cortometraje. No podía ser realmente consciente de su aprendizaje y creía que había llegado el momento de examinarse a sí mismo. Maticemos sus enseñanzas. Poseía una inclinación natural hacia el realismo, hasta el momento se había acercado a él intuitivamente, pero ahora estaba convencido de que era el motor que hacía avanzar la historia del cine. En realidad creía que el realismo conducía el cine a sus orígenes, hacia lo que imaginaban que podría llegar a ser el cine algunos hombres antes de los hermanos Lumière: la reproducción total de la vida. Un día, dándole vueltas a sus ideas descubrió que la verdadera importancia de los directores que marcaban un antes y un después en la historia del cine consistía en haber sabido dar un paso más hacia el realismo. Como decíamos, él había aprendido las reglas del realismo de un modo innato: sabía que necesitaba de los actores, de las localizaciones, de la puesta en escena, de la iluminación, de la dirección artística y del montaje. Era consciente de que, por lo contrario a lo que creen muchos, en un plató se podía hallar mucho más realismo que en plena naturaleza. Sólo había que seguir las reglas del juego. Otra de las cosas fundamentales que había aprendido era que la cámara no debía nunca adelantarse a los hechos, que el público debía ser siempre sorprendido. Pensaba que no saber situar la cámara a la distancia adecuada equivalía a escribir con faltas de ortografía, y estaba ansioso por comprobar si él las cometería. De lo contrario a lo que antes creía, se dio cuenta de que el plano general era más dramático que un primer plano. Un día, preguntándose cómo podría hacer para que el espectador se enamorara realmente de su personaje comprendió por qué Anna Karina miraba a cámara. Sabía que con la práctica aprendería a afinar el ritmo de la acción. Últimamente andaba metido en una teoría sobre la elevación de la realidad, le gustaba comparar ese descubrimiento al de la gravedad, podía ser la pieza que le faltaba por encajar. Acababa de entender la naturaleza de la subjetividad en el cine, de ese segundo motor, el de las emociones. Necesitaba reflexionarlo todo otra vez de nuevo, volver a ver todas las películas. Esperaba el día en que se diera cuenta de que en realidad, tales reglas del juego no existían.

3 comentarios:

M. dijo...

es una cita de las palmeras salvajes de faulkner, una de mis novelas favoritas. una historia sobre el amor moderno, la pena y la nada, y sin duda el libro más citado por godard en todas sus películas.. tienes que leerlo

kandanar dijo...

o

kandanar dijo...

loco, loco de atar y tan sano. eres muy bruto.
vine por aqui para preguntarte por el dia de nieve y me llevo un gran regalo.