lunes, 25 de marzo de 2013

Todo sobre mi madre


Empezó a tronar. Paco me esperaba en el salón, mientras me cepillaba los dientes, cuando Lidia apareció en escena. Sabíamos que nos iba a deleitar con un puñado de brillantes diálogos, como si se los acabara de chivar al oído Tennessee Williams.

¿Dónde está mi hijo?
Lavándose los dientes
¿Afilándose los dientes? Hace bien. Que se los afile, para que los pueda hincar y dar buenos mordiscos.

Lavándomelos, madre. Nos vamos.
¿Ya os vais? Pero si acabo de llegar.
Nos vamos a tomar un café.
¿Es que no hay cafeteras en mi casa? Tengo tantas cafeteras... ¿para qué quiero tantas cafeteras?

¿Ya te ha puesto mi hijo una de sus películas aburridas?
Hemos estado viendo a Woody Allen.
¿Otra vez el feo de Woody Allen? Mira que es feo. Yo no quiero ver gente fea.
Ha estado bien.
Antes lo estaba hablando con Enrique. Le he dicho, mi hijo no para de poner películas del feo de Woody Allen en casa. Y Enrique ha dicho que a él le gustaba. Si Woody Allen tiene películas que están bien, pero tiene otras que son un coñazo. Y me quedo dormida.
Su hijo también se duerme.
Pero yo me duermo antes.

Nos vamos madre.
¿Ya os vais y me dejáis aquí sola?
Dame un beso, Paco. Pero no en la boca.
Dame un beso hijo. Que madre no hay más que una, y a ti te encontré en la calle.

Cada vez que tu madre entra por la puerta aparece Gena Rowlands.
Ya ha vuelto a beber.
Es... Igmar Bergman.
Mi madre es el cine.



 

2 comentarios:

Zaida Carmona dijo...

esto es una maravilla digna de admirar

Jylia dijo...

j'aime ta mère